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México: Entre la Demagogia y la Democracia-Nuevos protagonistas: Medios de Comunicación (página 2)



Partes: 1, 2

Un punto destacable en este periodo es la fundación del
primer partido político en México.
"Calles había cerrado la violenta década de los
veinte con dos soluciones
destinadas a perdurar: la fundación del Partido Nacional
Revolucionario como partido de Estado y los
acuerdos definitivos con la Iglesia"
(Krauze,1997:20).

Este partido se transforma posteriormente en el actual PRI
(Partido Revolucionario Institucional), el cual conservó
la silla presidencial por 71 años (desde 1929), hasta el 2
de julio de 2000, cuando Vicente Fox, del PAN (Partido Acción
Nacional), gana las elecciones.

Volviendo a 1940, pasaron los periodos de Obregón,
Calles y Cárdenas. "En 1940 la revolución
mexicana podía enorgullecerse de haber creado nuevas
instituciones
económicas y políticas,
una red de
carreteras, buenas obras de irrigación, miles de escuelas,
innumerables servicios
públicos" (Krauze,1997:20).

Aparentemente, de 1910 a 1940 existió una gran
diferencia, no sólo entre quienes sustentaban el poder sino del
sistema
democrático. Sin embargo, la democracia
aún solo era un ideal mas no una realidad.

"En 1910, Porfirio Díaz se sentaba por octava vez en la
silla presidencial: no sólo tenía un poder absoluto
sino vitalicio. En 1940, los presidentes seguían teniendo
un poder absoluto, pero ya no era vitalicio, fuera de esta
conquista, la
cosecha democrática era más bien escasa. Los
revolucionarios no se desvelaban por ello: la legitimidad del
nuevo Estado no provenía de las urnas de la democracia
sino de las legendarias balas de la Revolución" (Krauze,1997:21).

Desde entonces, y ya con la creación del sistema de
partidos
políticos, la historia no fue muy
distinta. Son muchos los autores que reconocen que antes de las
elecciones presidenciales en México, ya se sabía
quién ganaría, el candidato del PRI. Entonces la
verdadera competencia era
ser el candidato de este partido, al ser así, la
elección del dirigente de la nación
quedaba en manos de quienes dirigían al PRI.

Los presidentes de estos periodos gozaban de una serie de
privilegios, con una similitud más a los reyes que a un
funcionario público o representante de la
colectividad.

"El monarca no sólo ejercía el poder absoluto:
el reino era una extensión de su patrimonio
personal.
Igual que sus remotos antecesores, los presidentes de
México pudieron disponer de los bienes
públicos como bienes privados: repartían dinero,
privilegios, favores, puestos, recomendaciones, prebendas,
tierras, concesiones, contratos"
(Krauze,1997:26).

Poco a poco, estos privilegios han ido disminuyendo en
relación con el "despertar" o con la información y reclamo del pueblo mexicano a
su sistema
político, al grado que diversos autores argumentan que
en el 2000, el pueblo no votó por Fox, sino por el
"cambio" de
partido en el poder.

Sin embargo, José Woldenberg, antes del 2000, ya
reconocía una "competencia" entre partidos. "Durante
largas décadas vivimos en un sistema cuasi monopartidista
que daba lugar a elecciones más bien rituales donde
ganadores y perdedores estaban predeterminados. No obstante, de
manera paulatina pero sistemática, en los últimos
años se han robustecido o han surgido nuevos partidos que
han logrado implantarse, erosionando el monopolio de
la representación política que desde
1929 ejerció el partido oficial, lo que a su vez
está modificando la significación misma del momento
electoral" (Riel,1998:157).

"Los últimos años en México pueden
definirse como los de la construcción de un sistema de partidos
digno de ese nombre y del tránsito de elecciones sin
competencia a elecciones cada vez más disputadas. Esos dos
elementos están modificando las coordenadas del quehacer
político y el carácter mismo del sistema" (Woldenber en
Riel,1998:157).

El "parteaguas" en el
desierto

Un hecho político que marcó
definitivamente el transcurso de la historia política de
México fue la elección presidencial de 1988.
Cuahutemoc Cárdenas (PRD) y Carlos Salinas de Gortari
(PRI) fueron los principales contendientes, en lo que muchos
llamaron la escena del "gran fraude" o de "la
caída del sistema". El hecho fue que el candidato de
oposición registraba una notable ventaja y al caerse y
volver el sistema de conteo, éste había sido
alcanzado y rebasado por el del PRI, que finalmente ganó
de nueva cuenta.

Este hecho sin embargo, no quedó olvidado por el
pueblo, y su primer fruto a favor de la idea de democracia fue la
reforma electoral de 1989 y la creación del Instituto
Federal Electoral (IFE), como el órgano encargado de
garantizar la transparencia de las posteriores elecciones.

La competencia cada vez más marcada de los partidos
políticos, el auge de los medios de
comunicación en el plano político, como
críticos y formadores de opinión, el cada vez
más informado pueblo han exigido que el sistema electoral
(entendido como "el conjunto de medios a
través de los cuales la voluntad de los ciudadanos se
transforma en órganos de gobierno o de
representación política" -Valdéz,1995,
citado por Poom Medina,2002:284-) se vaya afinando y con esto
acercando más al ideal de democracia, no así
señalo que falta mucho. No intento exagerar en las
mejorías sobre el interés y
crítica
del pueblo, sino señalar que al sentir que la competencia
podía ser ganada por un partido distinto "al de siempre",
el pueblo se interesó por participar más en la
política.

Los partidos de oposición solicitaron que los nuevos
cambios sobre las "reglas del juego
político" quedaran estipuladas en la constitución, fue la lucha por el cambio.
Así lo escribe Woldenberg (en Riel,1998:158): "La mecánica de negociación no fue sencilla. En un primer
momento pareció que el gobierno y el PRI no
estarían dispuestos a discutir reformas en materia
constitucional, pero luego del rechazo de prácticamente
todos los partidos a la propuesta de actualizar solamente el
Código
Federal de Instituciones y Procedimientos
Electoral (COFIPE), el gobierno tuvo que dar marcha atrás
y abrir toda la agenda".

Antes de la Reforma Electoral de 1989 con la que se
creó el IFE, cabe destacar la de 1953 en la que se
otorgó el voto a las mujeres, y la de 1969 en la que se
reconoció la ciudadanía a todos los mexicanos mayores de
18 años. Estas reformas respondían a la
situación histórica de aquellos años, tal
como lo hicieron las de 1990, 1993, 1994, 1996 y ahora en 2007,
las reformas intentan garantizar, ahora, elecciones legales,
limpias e imparciales.

En la última, en 2007, se incluye la regulación
de los periodos en que los políticos pueden aparecer en
Televisión y Radio, así
como el uso obligado del tiempo oficial
por los partidos y la prohibición del uso de dinero para
promocionarse en dichos medios, "se saca al dinero del medio".
Entre otras cuestiones, la reforma electoral también
prohíbe la difusión de la imagen, voz o
nombre de un funcionario público en anuncios que hablen
sobre logros de su administración, eso con la intención
de reducir la competencia desigual entre quienes tienen un cargo
público y los que no, al competir en una
elección.

En vista de que el presente no intenta ahondar sobre las
reformas electorales en México, sólo
señalaré el intento de las mismas por lograr
elecciones más limpias y transparentes, y en particular
destaco la reforma electoral de 2007 que incluye la
regulación en materia de medios de
comunicación masiva. Esto nos habla del papel
protagónico que éstos, los medios masivos de
comunicación, ahora juegan, y de la
importancia de un correcto análisis de estos "formadores del voto"
como institución y de su información,
análisis hecho por los ciudadanos, de otra forma,
éstos están indefensos ante la posible
manipulación de las sensaciones y percepciones que los
medios y quienes los usan ejercen sobre sus receptores.

Falta cultura de
análisis político

La tarea de educar, de "formar ciudadanos" y de la "personalidad
democrática", como lo llama Covarrubias (2003:184), que
han intentado lograr el IFE y los Congresos Nacionales de
Educación
Cívica, no es fácil, y dudo que baste para que en
México se viva una democracia real o ideal, basada en la
teoría
clásica de la democracia que puntualizaré
más adelante.

La sociedad
actual, en su desinformación y desinterés vive una
problemática grave, es esto lo que se combate, y
Covarrubias no hace mal al señalarlo como una enfermedad
sociocultural. "De tal suerte, las referidas y desdibujadas
nociones e indefiniciones de la política y lo
político, por parte de los ciudadanos, constreñidos
durante tanto tiempo, sin espacios para el diálogo,
la discusión y la deliberación pública, en
su conjunto, nos remiten a un tipo de diagnóstico que desde la perspectiva de la
sociología
política y el culturalismo, sin temor a que nos tache
de extremistas y exagerados, bien puede conducir a hablar de
enfermedades
socioculturales (que deben afrontarse como tales), indicativas
del desarrollo
político deficitario, insuficiente, parcial e incompleto,
del grueso de los mexicanos".

Y es que parecería que el instituto tiene como meta
máxima que el 100% del padrón electoral vote, y
descuida así el valor del voto
racional y resultado del análisis de las propuestas de
cada uno de los candidatos, lo que considero sería el
ideal a seguir, considero que hace falta una cultura del
análisis de lo político y lo mediático. No
se trata de que de la noche a la mañana los ciudadanos se
interesen en la política, en los representantes o
líderes que tomarán decisiones en su nombre y que
influyen en la colectividad nacional o local, quienes deciden
cómo se gasta lo que todos pagamos en los tantos impuestos, no se
trata de que se interesen por el simple hecho de interesarse o
porque alguien les dice que es bueno, así no
existiría un genuino interés en la política;
la formación de la cultura del análisis
político-mediático debe partir desde la
enseñanza básica, los niños
en las escuelas que lleven la materia de cívica deben de
aprender, no sólo a identificar los símbolos nacionales o los valores
universales, sino también deben comprender la estructura del
poder, del sistema electoral, del manejo de la percepción
y/o manipulación escondida que hacen los medios de
comunicación (no sólo la información), de no
ser así y ante la ignorancia de esto, los ciudadanos
están en completa vulnerabilidad hacia quienes intenten
manipularlos a través de los medios de
comunicación, como principal mecanismo.

Recapitulando, propongo que en los niveles de educación
primaria, secundaria y preparatoria y hasta los postgrados, se
impartan contenidos de análisis
político-mediático, como una materia básica
para todos, y no sólo los conceptos éticos y
cívicos.

Lo anterior también se dirige al enfoque que el IFE
hace acerca de la promoción de la "cultura ciudadana" o
política. La democracia no se cumplirá si se
continúa invitando cordialmente a los ciudadanos a votar y
a informarse para ser más "cultos" o por ser una actividad
de los mejor educados. Debe enfocarse como una necesidad y un
mecanismo de prevención para que no "nos vean la cara" y
ningún político utilice el poder de todos, de la
nación,
para intereses personales o de grupo. Tal
como para curar una enfermedad no se le invita al virus a que deje
el cuerpo enfermo, la enfermedad social del la
desinformación de la política debe atacarse de
frente, con soluciones reales y no con aspirinas que disfracen
las deficiencias de una sociedad que ha escuchado la palabra
democracia, pero no la conoce y mucho menos la ejerce.

Sugiero un enfoque de información y análisis del
sistema electoral y sus diversos protagonistas (políticos,
partidos, medios de comunicación, instituciones,
etcétera), como necesidad del ciudadano para la exigencia
de resultados a sus representantes y este análisis
permitirá una menor incertidumbre del pueblo en cuanto a
la comprensión de la política, lo que conlleva la
mayor participación ciudadana y la mayor
reflexión del voto, necesaria para tomar las mejores
decisiones para la mayoría sin olvidar a las
minorías, como lo sugiere el sistema democrático
ideal, de otra forma continuaremos con un "pseudosistema
democrático" en cuanto a representatividad en las
elecciones, pero con toma de
decisiones por grupos selectos
con fuerza
política (líderes de partidos o grupos
económicos) que manipulan la percepción de sus
representados para que los ricos y poderosos se hagan más
ricos y poderosos, la clase media
continúe trabajando "como burro" sin progresos notables, y
la clase baja trabajando aún más y sobreviviendo "a
como puede", incluso con el robo y otros delitos.

Al respecto, no tengo nada que argumentar, sino sólo
hago la observación como la hace José
Woldenberg citado por Margarito Castañeda en las memorias del
III Encuentro Nacional de Educación Cívica:

"La mejor desembocadura de la pluralidad es que los partidos
se asuman como parte de la totalidad y no pretendan representar
en exclusiva a ese todo que son los ciudadanos, ya que esa
lectura se
traduciría en la negación de la legitimidad de las
partes" (Castañeda,s.f.:149).

Y es que en ocasiones los partidos políticos (ganadores
de algún cargo) se asumen como representantes de la
totalidad cuando la realidad es que representan a ciertos
sectores y grupos y suelen tomar decisiones como si el 100% de
los ciudadanos los hayan elegido. Otro problema surge cuando
existen grupos numerosos que no tienen representación en
ningún partido político.

Sobre la necesidad de análisis y no sólo de
información, el mismo IFE en su cuadernillo no. 26, en el
documento sobre las esferas de la democracia, apartado de sobre
los medios (www.ife.org.mx/documentos/deceyec/esferas_de_la_democracia.htm#26)
señala:

"La democracia se convierte en un gobierno de opinión.
Un régimen democrático exige, entonces, una
opinión libre. Para que el ciudadano participe, para que
pueda decidir, necesita estar al tanto del debate
político. Un ciudadano sin opinión es una
cáscara vacía".

Medios: Un caballo
salvaje

Que la última reforma electoral (2007) intente regular
la participación de los medios masivos de
comunicación en los procesos
políticos del país, indica que su papel es
determinante en las elecciones y que son más que
mediadores entre los grupos que intentan acceder al poder, los
que ya lo tienen y los ciudadanos.

Aimée Vega reconoce que ya antes de las elecciones de
2000, los equipos de los tres principales partidos
políticos del país se daban cuenta de la
importancia de aparecer en los medios con mensajes
persuasivos.

"Durante el 2000, las campañas políticas
tuvieron una duración oficial de cinco meses. Inciaron
formalmente el 19 de enero y terminaron el 28 de junio de 2000.
En ellas, Vicente Fox, Cuahutemoc Cárdenas y Francisco
Labastida derogaron más recursos que en
ninguna otra elección nada más en propaganda en
radio y televisión. Del total de gastos de
campaña asignados por el IFE a cada uno, alrededor de 130
millones de dólares entre los tres, los candidatos del
PAN-Alianza por el Cambio, del PRD-Alianza por México y
del PRI, destinaron el 70%, es decir, casi 100 millones de
dólares, a spots" (Vega, número 35 Revista
Razón y Palabra).

En Estados Unidos
donde la utilización de la Radio, pero
sobre todo, de la
Televisión marcó determinantemente el curso de
las elecciones presidenciales, analistas mencionan que para que
un candidato sea cuando menos considerado con posibilidades debe
aparecer en la televisión nacional. En México no es
distinto, pese a la excepción de Cárdenas en 1988,
según la misma Aimée Vega:

"Si bien el avance logrado por la oposición en este
escenario se debió básicamente al descontento
social y a la tenacidad de la izquierda mexicana, y no al uso de
técnicas de comunicación política, el proceso de
1988 evidenció a los políticos la necesidad de
emplear herramientas
de comunicación en las campañas".

En 2000, aún el mismo Cárdenas se
resistía a "dar prioridad a la campaña en medios de
comunicación", a pesar de que había anunciado que
no lo haría, el candidato perredista no pudo prescindir de
una estrategia
mediática si quería realmente competir frente a Fox
y Labastida.

Los medios son poderosos agentes que influyen en la
preferencia del voto de los ciudadanos. Actualmente no hay
aspirantes a un cargo público relevante que prescindan de
los medios si realmente aspiran a competir.

Salomé Berrocal lo pone aún más claro:
"Los candidatos contemporáneos necesitan a los medios de
comunicación porque el electorado observa en los
mass-media las informaciones y propuestas de sus dirigentes. La
influencia de estos medios es importante en la adquisición
de conocimientos del electorado y en su decisión sobre
quién debe gobernar. Pero el principal agente, que ha
transformado el camino de los políticos, es la
televisión" (Berrocal,2003:55).

Y Lourdes Martín Salgado en su libro sobre
persuasión y marketing
político señala: "En Estados Unidos hacer
campaña ha sido desde los años cincuenta una
actividad desarrollada principalmente a través de la
televisión" (Martín Salgado,2002:49).

En México, el escenario no es distinto, aunque la
utilización de los medios por los políticos fue
mucho después de los cincuentas. Mientras que el primer
debate político de candidatos a la presidencia en Estados
Unidos fue en 1960, en México fue 34 años
más tarde, hasta 1994, en 2000 y en 2006 (apenas 3),
incluso los programas como
noticiarios y shows cómicos televisivos fueron
utilizados como foros por los candidatos para mostrarse ante el
electorado, sobresalen apariciones en Otro Rollo conducido por
Adal Ramones y los programas producidos por Eugenio Derbéz
y Víctor Trujillo (el payaso Brozo).

Si a esto sumamos los cambios en las configuraciones del
electorado: La tendencia de disminución de los militantes
de un partido (voto duro), por un electorado que decide en
función
de lo que percibe en los medios de los candidatos (voto blando),
podemos comprender más la poderosa influencia
mediática como lo señala Landi en
Videopolítica y Cultura (citado en Delarbre,2001:67):

"Ante débiles lealtades partidistas y pocos votantes
cautivos, se genera un espacio abierto en el que el poder del
video se
extiende con pocos contrapoderes a la vista".

Un efecto interesante de esto es el "Voto diferenciado", esto
es, cuando el electorado tiende a decidir su voto por un
candidato de cierto partido y en otro cargo por uno de otro
partido (ejemplo: Presidente PAN, gobernador PRI).

No así, es preocupante el papel de los medios de
comunicación, ya que al analizarlos te das cuenta de que
"los medios no son tan medios", ni tan representantes fieles de
la sociedad, suelen estar "inclinados" hacia ciertos intereses
políticos o económicos y un factor que provoca esto
es que los medios deben funcionar como negocio aunque a veces
aparenten ser sólo instancias imparciales de reflejo y
expresión social.

"En virtud de su conformación empresarial -en una
sociedad de mercado, tienen
que funcionar como negocio y no únicamente como servicio– pero
también debido a que representan a grupos de
interés específicos y no a la sociedad toda como a
veces se pretende, los medios de comunicación de masas son
expresiones de segmentos de la sociedad, no de toda ella"
(Delarbre,2001:68).

"La imagen venció a
las ideas"

Sin embargo, si retomamos el ideal del voto reflexivo para el
éxito
de la democracia, diversos autores señalan que la
televisión, como medio único de información,
no logra tal efecto.

"La televisión magnifica a los personajes, de la misma
manera que simplifica las ideas y el debate políticos. Es
un extraordinario vehículo para la propagación de
cuerpos generales de ideas, pero no sirve tanto para explicar los
rasgos, los detalles y los matices que siempre constituyen los
elementos definitorios de una propuesta política
programática" (Delarbre,2001:76)

Los programas al ser casi siempre breves, limitan el
espacio-tiempo que los candidatos tienen para expresar sus
propuestas (en el caso de los debates televisados) y no hay
cabida a declaraciones extensas sino resúmenes apretados.
Sin embargo, ese no es el problema, sino que sólo sea
ésta (la televisión) el único medio que se
usa para la reflexión sobre por qué candidato
votar.

El discurso cara
a cara fue casi sustituido por el discurso mediático. "La
retórica del discurso tradicional, que suele emplearse en
las alocuciones cara a cara (en un mitin, o en una asamblea)
tiene que ser sustituida por una retórica de los medios
electrónicos y sobre todo, de la caja de imágenes
múltiples, pero de conceptos restringidos, que es la
televisión" (Delarbre,2001:77).

Sartori (citado en Delarbre,2001:77) explica también
cómo "la tiranía de la imagen desplaza la fuerza
pasional que puede haber en el raciocinio":

"La cultura de la imagen creada por la primacía de lo
visible es portadora de mensajes candentes que agitan nuestras
emociones,
encienden nuestros sentimientos, excitan nuestros sentidos y, en
definitiva, nos apasionan…la palabra produce siempre menos
conmoción que la imagen. Así pues, la cultura de la
imagen rompe el delicado equilibrio
entre pasión y racionalidad. La racionalidad del homo
sapiens
está retrocediendo, y la política
emotivizada, provocada por la imagen, solivianta y agrava los
problemas sin
proporcionar absolutamente ninguna solución".

A lo anterior le sumamos la posibilidad de utilizar la
televisión con fines perversos de manipulación,
veremos que este medio debe ser analizado junto con los
demás y con los otros actores políticos por el bien
de las decisiones que tomemos, o como lo dice Sartori, por
nuestro "raciocinio".

"La televisión, por sus esquemas simplificadores y
ahora también en virtud de sus posibilidades
técnicas, no siempre muestra la
verdad: puede manipularla, e incluso pervertirla"
(Delarbre,2001:80).

De la misma forma, la exaltación o explotación
de la televisión como medio predilecto de la
política ha dado lugar a un fenómeno que afecta la
toma de decisiones razonadas, la "personalización de la
política".

Según Fernando Pérez Correa (citado en
Delarbre,2001:82): "El motor del
comportamiento
son los atributos de un candidato sublimados, representados,
percibidos: experiencia, seguridad,
honradez, frescura, simpatía, prioridades acreditadas con
la magia fresca y ensoñadora de la imagen… La
publicidad
instaura la relación del candidato con el electorado a
través de la metáfora; es decir, las
representaciones encarnadas en el medio".

Así continúa el mismo autor, un candidato con
las mejores propuestas y programas, pero que transmite una mala
imagen mediática, está destinado a perder frente a
otro con propuestas banales pero con excelente manejo de su
imagen mediática.

Así es como cristaliza la frase (Delarbre,2001:72): "La
imagen venció a las ideas".

A pesar de los efectos negativos que hemos mencionado, no
podemos descartar a la televisión del escenario
político, ésta como tal es un excelente medio, sino
el mejor, para comunicar ideas generales, como ya lo mencionaban
los autores citados, y aún Habermas con la paradoja del
árbol que cae en el bosque y nadie lo nota, y José
Ma. Sanmarti (en Berrocal, 2003:92) "la televisión informa
deficientemente, pero lo que no sale de ella, no existe" o
Justino Sinova (Berrocal, 2003:93) "La televisión es
inevitable. En cierto modo, pese a su insuficiencia para informar
cabalmente, concede patente de existencia". También
considero importante destacar lo que Neil Postman menciona
(Berrocal, 2003:92): "Está destinada a la
gratificación emocional, transmite ilusiones y nos hace
creer que estamos informados; en realidad, quien solamente recibe
los mensajes de la televisión no está
informado".

Propuesta:
Educación en Análisis
político-mediático y más

Mi propuesta es, en general, la educación en el
análisis político-mediático como
temática primordial en la formación cívica
como ciudadanos.

Y en el plano práctico, propongo la creación de
un Instituto Mexicano de Análisis Propagandístico y
de Medios de Comunicación (puede ser dentro del mismo IFE,
aunque sus funciones
serían tantas que lo sugiero como una dependencia aparte,
pero con capacidad de sancionar, tal como el IFE), en el que se
analizará detalladamente el material publicado por medios
y políticos e informará a los ciudadanos de los
resultados del mismo análisis, este deberá poder
sancionar, o sugerir a las dependencias encargadas, tanto a
partidos, políticos y medios de comunicación
(Analícese el Instituto de Análisis
Propagandístico en Estados Unidos).

Una de las tantas inquietudes a las que daría respuesta
el instituto propuesto sería la desconfianza de los
ciudadanos hacia las promesas de los candidatos, éste
deberá vigilar y dar seguimiento a las "promesas de
campaña", para que los políticos que sean elegidos
para un cargo público las cumplan o se exhiba su
incumplimiento. Cuando los políticos hablen con mayor
responsabilidad acerca de lo que prometen en
campaña y cumplen en su cargo público, la
desconfianza y el descontento social hacia lo político
descenderá y la credibilidad e interés de los
ciudadanos aumentará.

Demagogia o
Democracia

Finalmente, en un plano filosófico, vemos que a
México le falta bastante para vivir el ideal que proclama
la teoría democrática clásica: "El fin de
las campañas es proporcionar la información
necesaria a los votantes para que éstos puedan tomar una
decisión racional" (Martin Salgado, 2002:38).

Si nos exigimos una verdadera democracia hay que reconocer que
en México falta mucho, por lo pronto, no es muy exagerado
decir que vivimos una pseudodemocracia o una democracia simulada,
distinta a la de 1910 y 1940, con mucho más camino
avanzado, pero con otro tanto que recorrer si buscamos que se
cumpla el ideal de democracia. Se está en proceso.

Pero si no se logra la aculturación democrática
de las masas o el silencio de los analistas políticos,
tarde o temprano se tendrá que voltear a ver a otras
alternativas hasta entonces rechazadas.

Ya lo decía Platón en
el siglo IV a.C.: "El remedio para los males de la
civilización no estaba en la democracia, sino en el
gobierno de reyes filósofos que gobernarían
autocráticamente por su sabiduría y sin necesidad
de persuadir a las masas" (Martin Salgado, 2002:32).

Básicamente acuso que no es la mejor opción que
el voto del más informado o reflexionado en asuntos de
política valga lo mismo que aquel ciudadano que vota sin
reflexionar ni conocer las propuestas de un candidato sino
sólo los atributos que le vio en televisión. Aunque
sea la igualdad un
valor muy popular en nuestras sociedades, no
me parece lo mejor habiendo tantos de los desinformados y tan
pocos de los analistas.

Es cierto también que no existe un sistema para medir
el valor del voto reflexionado frente al no reflexionado,
ciertamente es una reflexión al aire, pues la
democracia con la situación actual si no me parece el
sistema más adecuado, es el mejor que conocemos hasta el
momento.

A quienes intenten asegurar que la actual "democracia"
mexicana es plena, no me queda sino responderles como Platón
a los sofistas del siglo IV a.C. (Martin Saldado, 2002:32): "Son
unos demagogos, más preocupados por ilusiones y creencias
que los legitimen en su posición, que por un verdadero
conocimiento",
yo agregaría, o un verdadero sistema que guíe la
nación por el mejor y más adecuado camino.

Bibliografía

BERROCAL, Salomé (2003) "Comunicación
política en TV y nuevos medios". Compilación.
Capítulos 2 "La personalización de la
política" de Salomé Berrocal y Capítulo 3
"Los nuevos agentes políticos en la
comunicación televisiva" de José Ma.
Sanmarti.

CASTAÑEDA, Margarito (s.f.) "La
participación social, condición para la democracia"
en Memorias del III Encuentro Nacional de Educación
Cívica

COVARRUBIAS, Francisco (2003) "La profesionalización de la política y
de los políticos en México". Memorias. XIII
Congreso Nacional de Educación Cívica. IFE-CEE,
Hermosillo, Sonora.

DELARBRE, Raúl (2001) "Mediocracia sin
mediaciones. Prensa,
información y elecciones". Editorial Cal y Arena.
México

KRAUZE, Enrique (1997) "La presidencia Imperial: Ascenso
y caída del –sistema político mexicano, 1940-1996",
4ª. Ed. Editorial Tusquets. Apartado "El Estado
mexicano: Fuentes de su
legitimidad"

MARTIN Salgado, Lourdes (2002) "Marketing
Político". Paidós

POOM Medina, Juan (2002) Compilación
"Sonora frente al siglo XXI" (2002) COLSON-UNISON-CIAD. Apartado
"Los retos del sistema electoral y de partidos en Sonora
después del 2 de julio de 2000".

RIEL, Juan y Zovato Daniel (1998) "Urnas y desencanto
político en América
Latina: elecciones mexicanas". Instituto Interamericano de
Derechos
Humanos. Apartado "Las elecciones mexicanas entre 1992 y
1996: Reformas y resultados" de José
Woldenberg.

ARCHIVOS DE LA WEB

VEGA, Aimée. Ensayo "Los
Escenarios de la Comunicación Política
Méxicana" del número 35 de la revista Razón
y Palabra. Extraído del sitio [http://www.cem.itesm.mx/dacs/publicaciones/logos/anteriores/n35/avega.html]

IFE. "Esferas de la democracia" Extraído del
sitio
[http://www.ife.org.mx/documentos/DECEYEC/esferas_de_la_democracia.htm#26]

 

 

 

 

Autor:

Arnoldo Iván Holguin
Velázquez

Tesista en Comunicación Política por la
Universidad de
Sonora

8vo. Semestre

Hermosillo, Sonora, México.

2007

Partes: 1, 2
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